Al lector

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viernes, 23 de abril de 2010

Dolina acerca de las declaraciones de Maradona

"Una oyente dice: 'Estimado Dolina, ¿ya no defiende más a Maradona? ¿O acaso ya no hay ningún Sargento Cruz? Vea: Usted ayudó a alimentar al monstruo que tan bien nos hace quedar ante la prensa mundial. Cordialmente. Ingrid Hammer'.
Mi respuesta es SÍ. Yo he resuelto -después de un extravío- bancar a Maradona en esto. ¿Sabe por qué? Por personas como usted. La indignación burguesa que sucedió al exabrupto de Maradona fue totalmente patética y asqueante. Un mundo totalmente hipócrita, el mundo de la radio, donde se escucha eso mismo que Diego dijo bajo emoción violenta, pero libreteado (y en la televisión ni hablemos), ese mundo se indignó. Esos tipos se indignaron. Y esa indignación burguesa me hace ponerme inmediatamente en la vereda de enfrente.
Y lo que un tipo dijo, obnubilado por el momento, por la emoción, por su propia historia, y por su propia condición, después fue repetido ad nauseam por todos los noticieros, con subrayados, subtitulados, duplicaciones, ampliaciones y circulación por Internet, por tipos que no estaban ni obnubilados, ni en estado de emoción violenta, ni perturbados por ninguna cosa, sino que lo planearon diecinueve mil veces. Esos tipos ahora se ponen en la superioridad moral de preguntarme a mí si lo defiendo a Maradona. Bueno, sí, lo defiendo. Si es contra ustedes, lo defiendo. Lo defiendo totalmente.
Y eso de "que tan bien nos hace quedar ante la prensa mundial"... ¡Cipayos provincianos que quieren quedar bien con sus supuestos amos europeos! ¡Yo no tengo ningún interés en quedar bien ante la prensa mundial! ¡No es ésa nuestra obligación! ¿Qué tenemos que quedar bien ante nadie? ¿Ante quiénes? ¿Ante gobiernos que aniquilan a sus enemigos? ¿Ante quién tenemos que quedar bien? ¿Dónde está la Fiscalía del Universo? ¿Dónde está la reserva moral de la Humanidad? ¿En Estados Unidos? ¿En Europa? ¡Déjeme que me muera de risa, Ingrid Hammer!
Y otra cosa: muchas veces, pero muchas, en los medios se dicen cosas muy interesantes. Yo he escuchado casi revelaciones, a veces, dichas por tipos a los que yo admiro mucho. A veces son intelectuales, como, no sé, el finado Casullo, o Dubati, o José Pablo Feinmann, tipos que realmente tienen un pensamiento interesante. Otras veces son artistas, o incluso locutores, del calibre de Larrea, o de Carrizo, tipos que por ahí dicen cosas que te hacen decir "pero mirá que bien pensó éste". Bueno, a esos NUNCA, nunca los vi duplicados en los noticieros, con subtitulados y subrayados. No los vi nunca porque a esta gente no le interesa el pensamiento ni la inteligencia, le interesa la BASURA. Y entonces Maradona dice esto y ellos lo repiten ciento diez mil veces. Eso es un asco.
Así que ¿a qué jugamos? ¿Qué es esto? ¿Qué es esto de indignarse, de enojarse y de sorprenderse? Lo dice un Senador de la Nación, y es un piola. Lo dice Maradona, y aparece todo el racismo, todo el desprecio por los pobres, aparecen los de siempre, los muchachos de siempre, a indignarse: ¡oh, la cultura! ¡Nuestro embajador! ¿Qué embajador? Es Diego Maradona, viejo. Los que tienen que ser cultos son ustedes, no él. Él tiene que dirigir la Selección de Fútbol, y si lo eligieron a él, bueno, es ése, y no Pancho Ibáñez. Así que sí, lo defiendo a Maradona. Ante usted lo voy a defender siempre”.

Cuatro “ismos” que nos deterioran por Eduardo Cazenave.

El país, y algunos de sus vecinos, atraviesan una crisis social, fundamentalmente de valores, que podría resumirse en cuatro "Ismos": relativismo, facilismo, egoísmo y mesianismo. A cada uno de estos, deberíamos contraponer un valor y una estrategia para modificarlo.
Relativismo. Cuando el bien es relativo, las normas son todas discutidas y, generalmente, se aplican para el otro, nunca para mí. De allí, el continuo desorden social que impera en nuestro país, el atropello de los cortes de ruta y de calles, las faltas de respeto de los jóvenes a los adultos y de los adultos a las instituciones.
Ahora bien, cuando la verdad es relativa, ¿qué sentido tiene la investigación y la ciencia? ¿Qué valor tiene leer historia, literatura, filosofía, las ideas de los grandes autores? La educación y la ciencia se basan en la verdad, en que vale la pena buscarla, discutir sobre ella para encontrarla juntos, respetando siempre otras opiniones. Implica, también, sabemos humildemente ignorantes frente al enorme universo por descubrir.
Facilismo. Se sigue directamente de lo anterior. Si hay verdad, hay que esforzarse en buscarla. Si hay bien, hay que exigirse para alcanzarlo. Cuando todo da igual, aparecen los títulos truchos, la búsqueda del "zafar", o los programas de TV que incentivan la fama por hacer nada frente a las cámaras. Nos venden recetas para adelgazar rápidamente, para aprender inglés durmiendo... todo sin dolor, componente educativo fundamental para el sano desarrollo de cualquier persona.
Digámoslo de manera simple: lo bueno siempre cuesta. Cuanto mejor sea algo, mayor el esfuerzo exigido, tanto en el campo de la educación como en la vida diaria. En los colegios, debemos volver a la cultura del esfuerzo, premiando no sólo los resultados, sino también el sudor relativo que cada alumno depositó en la búsqueda de alcanzar el saber.
Egoísmo. Si todo es relativo, si pretendemos tener todo a mano y sin esfuerzo, es evidente que primero está uno mismo. Se prioriza el bien individual por encima del bien del otro. Y aquí apareció el valor que hay que promover: el bien común. Respetando siempre los derechos individuales (la libertad, la propiedad privada, el libre pensamiento), este valor es buscar un bien que es superior al royo y al mío, y que nos define como seres sociales. Desde esta perspectiva, descubrimos el respeto por aquello que es de todos (la calle, la vereda, las plazas) y que deja de ser de nadie. Hay que volver educar en el sentido pleno y verdadero del Bien Común. Aquel bien semejante a la orquesta que busca, valorando y respetando las diferencias de cada instrumento, sonar, entre todos, una misma sinfonía, mientras cada uno la valora como propia.
Mesianismo. La sociedad no será salvada por un gobernante milagroso. La educación no será reconstruida por una nueva ley. El país será cambiado entre todos, mientras que el gobernante de turno sólo dirigirá, cada tanto, el barco. Los niños serán educados, especialmente, por los padres. Los colegios los ayudarán, de a ratos. Sólo podremos cambiar la sociedad si nos involucramos todos en la educación de valores como la verdad, el bien común, el esfuerzo y la participación ciudadana.
La era del mesianismo debe considerarse terminada. Las recetas mágicas no han dado resultado. Habrá naciones nuevas, crecientes y solidarias, solamente si las construimos entre todos.

jueves, 22 de abril de 2010

Carpe diem (aprovecha el día, disfrutalo, vivílo)

Horacio: Carminum 1, 11 (carpe diem). Le dice a su mujer que no pretenda conocer lo que el futuro le depara. Es invierno afuera, han encendido la chimenea...

"No seas loca, filtra tus vinos/y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga. /Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo. / No fíes del incierto mañana".

El zodíaco en la mitología griega


Que nos pregunten de qué signo somos es, generalmente, signo de que nuestro interlocutor no sabe de qué demonios hablarnos. Para este tipo de tediosas situaciones, he aquí una tangente ilustrada por donde escalar hacia una conversación más interesante. Si esto no funciona, será conveniente argumentar una indisposición estomacal que nos conduzca, prestos, al toillete más cercano…

Los signos zodiacales tienen su origen en la mitología griega. He aquí las explicaciones de los mismos.

ARIES: el carnero. Hijo de Poseidón y Teofane, nacido con una piel de oro (el vellocino de oro que buscarán Jasón y los argonautas).
TAURO: es la representación del toro en que se convirtió Zeus para raptar a Europa. Esta, para escapar de los deseos ardientes del dios del rayo, se disfrazó de vaca y Zeus debió perseguirla por todo un continente (de ahí su nombre) hasta alcanzarla.
GEMINIS: los gemelos divinos Castor y Pólux, hijos de Zeus y Leda, hermanos de Helena de Esparta y Clitemnestra. Helena es más conocida como “de Troya”, ya que fue ella la esposa de Menéalo, rey de Esparta, raptada por Paris, príncipe troyano.
CANCER: cangrejo del pantano de Lerna, que mordió a Heracles (el forzudo Hércules) en el talón, en su lucha con la Hidra de Lerna. Hera, esposa de Zeus, lo llevó al cielo para recompensarlo por su colaboración. Recuerden que Hera odiaba a Heracles ya que éste era fruto de una relación extramatrimonial de Zeus.
LEO: es el león de Nemea, vencido por Heracles en uno de sus doce trabajos (trabajos que debió realizar el héroe como castigo). El león tenía una piel indestructible, por lo que ni las flechas de Heracles ni su espada hacían mella en este. El héroe debió ahorcarlo con sus potentes brazos, tras la muerte del felino, Heracles le quitó las garras y con ellas pudo cortar la durísima piel con la que, luego, confeccionó para sí una suerte de tapado-armadura.
VIRGO: Son tres las posibles representantes femeninas:
Erígone, hija de Icario, amada por Dionisos, con el cual tuvo a Estáfilo (el Racimo).
Partenos: hija de Apolo y Crisotemis, transformada en constelación por su padre.
Astrea: hija de Temis y Zeus, es la diosa de la justicia, la última en dejar la tierra cuando se instala la edad de hierro y la primera en volver, en la renovación de los ciclos que empiezan con la edad de oro.
ESCORPIO: el escorpión que picó en el talón a Orión, cuando intentaba violar a Opis, compañera de Artemisa. La diosa lo premió con la inmortalidad. Por eso Orión huye de Escorpión.
SAGITARIO: alude a la flecha con la que Apolo mató a los Cíclopes (gigantes de un solo ojo), quienes habían fabricado el rayo con el que Zeus mató a su hijo, Esculapio.
CAPRICORNIO: la cabra Amaltea, nodriza de Zeus en el monte Ida de Creta, donde había sido ocultado por su madre Rea, después de engañar a Cronos. O sea: Cronos se tragaba a sus hijos porque sabía que uno de ellos lo destronaría. Rea, tras parir a Zeus y harta ya de que su marido se comiese a sus hijos, le entrega a este una piedra envuelta en pañales. Así, Zeus se salvó y permaneció escondido –amamantado con leche de cabra- hasta que tuvo la edad suficiente para hacer cumplir la profecía.
ACUARIO: Ganimedes, joven troyano de extraordinaria belleza, raptado por Zeus y convertido en inmortal. En el Olimpo, oficia de copero de los dioses. O sea, un mozo o barman de las deidades.
PISCIS: son los peces (delfines) que salvaron a Arión, famoso cantor, hijo de Apolo, quien había sido capturado por piratas.
LIBRA: Astrea, la diosa de la justicia, lleva en su mano una balanza que representa esta constelación

De yapa
Meses del año: el significado de sus nombres.

Enero: (Ianuario) por Jano, dios bifronte (de dos caras). Enero mira hacia el año que pasó y hacia el que viene.
Febrero: (Februarius) por februa (purificacuines ritualea). Mes de las fiebres en Europa.
Marzo: por el dios Marte, dios de la guerra (de aquí, “artes marciales”)
Abril. por aperire, "abrirse las flores" (primavera europea).
Mayo: por Maya, diosa antigua, esposa de Vulcano y después asimilada a la Maia griega, madre de Hermes; o quizás y también probable, por "maior" (mayor) porque las cosechas estaban ya crecidas en esta época del año.
Junio: por Juno (nombre latino para Hera, esposa de Zeus).
Julio: por Julio César, general romano, conquistador de las Galias.
Agosto, por Augusto Octavio, primer emperador romano (siglo I d.C.)
Septiembre, por ser el séptimo mes.
Octubre, por ser el octavo mes.
Noviembre, por ser el noveno mes.
Diciembre, por ser el décimo mes.
Es curioso que el año no comenzara en enero, sino en marzo, con la primavera. Por eso nuestro mes de diciembre es el décimo. En el año 157 se decidió hacerlo comenzar en enero, por ser el mes en que asumían los cónsules y los años llevaban el nombre de los mismos y así se simplificaban las cosas. Julio reemplazó al mes quintilis en el 44 a. C. y agosto al sextilis en el 8 d. C.

domingo, 18 de abril de 2010

Sobre el tiempo

Hace unos días recibí un e-mail que hablaba, desde cierto punto de vista científico, sobre el tema del tiempo. Decía el texto que nuestro planeta, en cuanto “ser viviente” emitía una suerte de pulso de vida (sepa perdonar el lector mi explicación poco técnica) y, el mismo, era generado en una determinada frecuencia que los hombres lograron medir hace unos cuantos años. Pero el problema del que hablan los muchachos de ciencia radicaría en que la Tierra ha acelerado su pulso de vida en este último tiempo, lo cual -según el artículo- haría que el tiempo en nuestro planeta corriera más aceleradamente, los días durasen menos, los años transcurrieran más veloces.
Evidentemente, el tema del paso del tiempo no es una preocupación nueva para los seres humanos. Infinidad de pensadores y poetas han escrito mucho sobre el tema desde el Renacimiento hasta nuestros días, y también antes. El asunto es que el hombre genera respuestas diferentes, con el paso del tiempo...
Mientras escribo veo en mi muñeca un reloj pulsera; recuerdo a mi abuelo y su reloj de bolsillo que colgaba de una cadena. Se me impone la metáfora del tiempo que nos aprieta como policíacas esposas o nos encadena al efímero presente. Lo paradójico del hombre como constructor de elementos que hacen manifiesto a su tirano. Alguien -mientras mira su reloj- objetará que tal vez sea conveniente verle la redonda cara al enemigo para no olvidar que está presente, para conocerlo. El problema es, tal vez, que por verlo tan seguido nos hemos familiarizado con nuestro adversario...
Antes de que usted lector se pregunte cuánto tiempo hace que está ahí sentado, una última reflexión (y tal vez la que más me importa). A menudo los docentes nos preguntamos por qué nuestros alumnos no invierten su tiempo en leer o estudiar. Están (estamos) inmersos en lo que llamo la generación click, donde todo es ya, todo es rápido, fugaz. El delivery, el fast food, la banda ancha, las computadoras cada vez más veloces, el ¡llame ya!... ¿Hay momentos para detenerse a pensar? ¿O es que el vértigo nos ha quitado aquello que nos diferencia de los animales? Tal vez el mismo tiempo, de inevitable tránsito, será el encargado de proveernos de respuestas. Ahora dejo de escribir, ya que estoy corto de tiempo.

sábado, 17 de abril de 2010

LA AVENTURA DEL CONOCIMIENTO Y EL APRENDIZAJE, por Alejandro Dolina

La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos. Pero esto no significa que siempre debamos ser veloces. En los buenos momentos de la vida, más bien conviene demorarse. Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de una velocidad. Premura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero.
Entre las cosas que parecen acelerarse figura - inexplicablemente - la adquisición de conocimientos.
En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez:
"... haga el bachillerato en 6 meses…
Vuélvase perito mercantil en 3 semanas…
Avívese de golpe en 5 días…
Alcance el doctorado en 10 minutos..."
Quizás se supriman algunos... ¿detalles? ¿Qué detalles? Desconfío.
Yo he pasado siete años de mi vida en la escuela primaria, cinco en el colegio secundario y cuatro en la universidad. Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas, no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí me llevo decenios.
¿Por qué florecen estos apurones educativos?
Quizás por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aun sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres desde hace milenios.
A causa de este sentimiento algunos se hacen chorros. Otros abandonan la ingeniería para levantar quiniela. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el próximo número. Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas, los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las "señoritas livianas", los concursos de cantores, los libros condensados, las maquinas de tejer, las licuadoras y en general, todo aquello que no ahorre la espera y nos permita recibir mucho entregando poco.
Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas.
O que se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo en el solfeo.
O que le hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen muy extensos sus libros.
Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio.
Quieren el prestigio y la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio. Quieren sorprender a sus amigos tocando "Desde el Alma" sin conocer la escala de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber abierto jamás un libro.
Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos acelerados de cualquier cosa.
Emprenda una carrera corta.
Triunfe rápidamente.
Gane mucho "vento" sin esfuerzo ninguno.
No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo tedioso y poco deseable.
No señores: ¡aprender es hermoso y lleva la vida entera!
El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en cuanto tiempo alcanzara a acompañar la zamba de Vargas.
"Nunca termina uno de aprender" reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es cierto.
Los cursos que no se dictan: Aquí conviene puntualizar algunas excepciones.
No todas las disciplinas son de aprendizaje grato, y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay cosas que deberían aprenderse en un instante. El olvido, sin ir más lejos. He conocido señores que han penado durante largos anos tratando de olvidar a damas de poca monta (es un decir).
Y he visto a muchos doctos varones darse a la bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari. Para esta gente seria bueno dictar cursos de olvido. "Olvide hoy, pague mañana". Así terminaríamos con tanta canalla inolvidable que anda dando vueltas por el alma de la buena gente.
Otro curso muy indicado seria el de humildad. Habitualmente se necesitan largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor soberbio entienda que no es tan pícaro como el supone. Todos - el soberbio y sus víctimas - podrían ahorrarse centenares de episodios insoportables con un buen sistema de humillación instantánea.
Hay - además - cursos acelerados que tienen una efectividad probada a lo largo de los siglos. Tal es el caso de los "sistemas para enseñar lo que es bueno", "a respetar, quien es uno", etc. Todos estos cursos comienzan con la frase "Yo te voy a enseñar" y terminan con un castañazo. Son rápidos, efectivos y terminantes.
Elogio de la ignorancia: Las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando a lo largo de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba.
Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un garronero de la vida.
De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda.
Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento el establecimiento de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las estaciones del subterráneo:
"Aprenda a tocar la flauta en 100 años".
"Aprenda a vivir durante toda la vida".
"Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del aprendizaje".